Este sendero está señalizado y ofertado por la Junta de Andalucía desde su web “La ventana del Visitante”, donde puedes encontrar información más ampliada si lo deseas. También está homologado por la FAM como SL-A 127

Se inicia el sendero en la carretera entre Alájar y Cortegana (HU-8105), en el borde nororiental de Almonaster la Real al final de la calle Aparicio (ver [1] en el mapa). El camino, que toma dirección noreste, está empedrado y flanqueado por muretes de piedra densamente poblados de hiedras, musgos y helechos, ¡todo un ecosistema!. A poco más de cien metros pasaremos junto a unas ruinas de lo que fuera un molino hidráulico. Avanzamos junto a una acequia relacionada con dos molinos hidráulicos, cuyos restos veremos cerca. Pronto el camino aumenta de pendiente y zigzaguea: es la Cuesta de la Aceña. Llega a otro camino a cota, que tomamos a la derecha para encontrarnos en unos doscientos metros una bifurcación [2], en el punto en el que se inicia el circuito cerrado que haremos, donde giraremos a la izquierda. Los muros de piedra van siendo sustituidos por setos de sanguinos, madreselvas, durillos, quejigos o zarzaparrillas; y el propio camino se estrecha hasta convertirse en senda. A nuestra derecha, al fondo, discurre el arroyo del Barranco de la Caña, y al otro lado del valle podremos ver prados aterrazados y huertos entre los olivos.

A nuestro alrededor pinos, quejigos y algún que otro castaño, y también alcornoques, alguno de ellos de porte grandioso. Nos acercaremos al arroyo [3] y podremos recrearnos entre la vegetación de ribera del sosiego que siempre inspira el agua que fluye, y si estuviera seco, de su inconfundible rastro. Entre los árboles podremos escuchar multitud de pajarillos y, con suerte, lograremos ver currucas, carboneros, pinzones, verdecillos, trepadores azules y otras pequeñas aves. Tras cruzar una cancela, el monte se va aclarando y pronto entramos en el castañar [4]. Viejísimos árboles de troncos retorcidos escoltan ceñudos e imponentes nuestro paso. Durante el día, en los viejos troncos, es posible escuchar el tableteo del pico picapinos o del pico menor. Entramos también en el territorio de los arrendajos, que con sus graznidos alertarán de nuestra presencia al resto de los habitantes del castañar. Si nos fijamos, será fácil ver también las hozaduras de los jabalíes entre la vegetación. Otra cancela nos abrirá paso al puerto de Las Encrucijadas [5], donde hay una encrucijada de caminos que resolvemos tomando la estrecha carretera a la derecha. Enfilamos en dirección este para remontar la ladera de la sierra que tenemos en frente. Al llegar al alto encontramos un nuevo cruce de caminos [6], tomando otra vez a la derecha para culminar el ascenso al pico [7] en un último esfuerzo de quinientos metros.

La recompensa de hallarse sobre la tercera cumbre del parque natural (912 m) se siente al instante. Las impresionantes vistas desde los miradores se extienden sobre poblaciones y sierras cercanas, pero también sobre el Andévalo e, incluso, hasta la ría de Huelva. La bajada es muy abrupta, por una estrecha vereda. Con cuidado, saldremos de nuevo a la carretera, sobre la que caminaremos unos ochocientos metros. La abandonamos justo antes de una curva que ésta hace a la izquierda, tomando nosotros por una vereda en sentido contrario [8]. En algo más de seiscientos metros llegamos al punto en el que se cierra el circuito [2], a partir del cual desandaremos el primer tramo del sendero.

*Descripciones, Textos y Fotografía: Junta de Andalucía.